Sin duda es la estatua más reconocible del Cid y no por ello la más fidedigna, ya que muestra visibles anacronismos. Es obra de Juan Cristóbal y exhibe un Cid triunfante, señalando con su Tizona la salida hacia Valencia. La mano izquierda alzada de Babieca simboliza que su amo murió por heridas de guerra, aunque no en batalla.
La estatua se inauguró en 1955 y se complementa con las estatuas del puente de San Pablo, de la misma época, obra de Joaquín Lucarini, donde aparecen algunos personajes ligados al Cid histórico y/o mítico: Jimena y sus hijas, representadas como dos palomas; San Sisebuto, abad de San Pedro de Cardeña; Abengalbón, señor musulmán de Molina de Aragón y aliado del Cid; el obispo de Valencia, el cluniacense Jerónimo de Perigord; Diego, el hijo del cid, que moriría prematuramente en 1097 durante la batalla de Consuegra; el burgalés Martín Antolínez; Martín Muñoz, conde de Coimbra; y, por supuesto, su pariente y fiel lugarteniente, al menos en el Cantar, Álvar Fáñez.
Al final del puente, en la farola de la derecha, el viajero curioso advertirá la silueta de un pájaro: una corneja, personaje que aparece en los primeros versos del Cantar como símbolo de buen augurio para el viajero que se encamina a Valencia.
Visita: libre.
REV. ALC: 27.09.17