Imponente castillo construido sobre una gran mole de roca caliza que domina Atienza y un radio de varios kilómetros de sus alrededores. Es un ejemplo típico de fortaleza que se adapta a la planta, alargada y espigada, disponible en el cerro rocoso.
De la antigua fortaleza sólo quedan en pie restos de la puerta de entrada norte, formada por dos torreones, lienzos del murallón y la torre del homenaje (en la vertiente sur), de planta rectangular y tres pisos de altura. También pueden apreciarse los aljibes rectangulares tallados en roca y cubiertos con una bóveda de ladrillo.
El cerro estuvo ocupado ya en tiempos de los celtíberos (fue un bastión para los romanos), aunque fueron los árabes quienes sentaron las bases de una construcción fortificada, levantando una alcazaba y convirtiendo Atienza en un puesto militar de avanzada, y así es denominado en el Cantar de mío Cid: cuenta el poema que, tras casarse en Valencia con los infantes de Carrión, los infantes regresaron a Castilla y cruzaron la sierra de Pela, dejando a la izquierda Atienza, al ser esta “una peña muy fuerte”, es decir, una fortaleza custodiada por los musulmanes.
La conquista cristiana de Atienza, a finales del siglo XI, transformó la apariencia del castillo, cuya forma actual data principalmente de los tiempos de Alfonso VIII (siglo XIII). En siglos posteriores fue utilizado no sólo como fortaleza sino también como cárcel y vivienda para nobles (incluso Felipe V pernoctó aquí) hasta que los destrozos durante la Guerra de la Independencia y la relativa paz que comenzó a respirarse desde entonces contribuyeron a su olvido y deterioro.
Alrededor del peñasco también pueden rastrearse los restos del segundo recinto amurallado del castillo, acompañado de un camino de ronda.
Visita: Libre. El torreón está cerrado al público pero vale la pena subir hasta su emplazamiento por las vistas, los restos de murallas y la cercana iglesia románica de Santa María.
Rev. ALC: 07.07.17