Recinto amurallado de orígenes y cimientos musulmanes pero fechado en los siglos XIV y XV tras la reconquista de la ciudad a manos de Jaume I. Son, en total, dos kilómetros de perímetro, una altura media de los muros entre 10 y 15 metros, dos metros de grosor, con siete puertas y diez torres en un excelente estado de conservación gracias a las restauraciones. Las aspilleras son una obra posterior, del siglo XVIII. Las murallas se adaptan como un guante a los complicados perfiles del cerro sobre el que se asienta Morella. De entre sus puertas destaca Puerta Ferrisa –la que fue primitiva entrada a la fortaleza y por donde pasó el caballero Blasco de Alagón en su toma de la ciudad-, la Puerta de la Nevera –aledaña a los neveros en los que se guardaba la nieve-, la Puerta del Rey, que atravesó Jaime I o la de San Miguel, con las dos torres gemelas. La huella del Cid es sutil pero significativa: las murallas que ahora presenciamos se levantaron en el siglo XIV, en parte para reparar los daños que el burgalés había infligido al recinto defensivo de los árabes, en los diferentes asedios para tomar la ciudad.
Visita: Libre.
Rev. PAB: 17.08.17
Rev. PAB: 17.08.17
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