Jordi Esteva: Socotra fue un ejercicio de introspección. Al mismo tiempo que subía hacia las montañas se producía un descenso a mi interior
Patricia Ansótegui
El pasado 18 de mayo se fallaba el V Premio de Literatura de Viajes Camino del Cid resultando ganador Socotra, la isla de los genios, del barcelonés Jordi Esteva. Minutos antes del acto de entrega - celebrado en el Real Monasterio de San Agustín de Burgos - tuvimos la oportunidad de hablar con este escritor, periodista y fotógrafo para descubrir - aún más si cabe - esta mítica isla del Índico, situada a cuatrocientos kilómetros de las cosas de Arabia
¿Cómo recibiste la noticia de que Socotra, la isla de los genios se había alzado con el Premio de Literatura de Viajes Camino del Cid?
Estaba entusiasmado. Primero me enteré por Facebook de que era finalista porque otro de los seleccionados me envió un mensaje diciéndomelo. No me quise hacer ninguna ilusión porque la mente vuela y piensas... "ojalá ganara". Lo quise olvidar y ya cuando me enteré de que había ganado el premio, imagínate, me llevé una alegría inmensa.
Competías además con autores muy interesantes...
Siempre sabe mal derrotar a los colegas pero alguien tiene que ganar y en este caso fui yo. Estoy muy contento porque además es un libro que me ha costado mucho esfuerzo. Yo no he querido hacer un simple relato sino una investigación histórica sobre las leyendas de la isla, sobre la historia y sus gentes. Fue también un ejercicio de introspección. Al mismo tiempo que subía hacia las montañas, que se producía esa ascensión física, había un descenso a mi interior porque finalmente viajar, para mí, es aprender, tiene que tener un lado iniciático un viaje es algo, una acción, un trasladarse pero, cuando se regresa, se vuelve diferente.
Con motivo del Premio de Literatura de Viajes he tenido la oportunidad de hablar con escritores del género que coinciden en destacar la importancia de esa transformación: uno sale de una forma cuando inicia el viaje y regresa de una manera totalmente diferente cuando regresa
Claro, porque has aprendido cosas diferentes y aunque suene un poco cursi para mí es interesante viajar con la mente y el corazón abierto, lo más limpio posible. Todos tenemos nuestros prejuicios pero hay que intentar quitárselos de encima para empaparse y ver las cosas por uno mismo y no por lo que le han contado o lo que ha leído. Para mí fue fantástico estar con estos ancianos de Socotra, lo que más me interesa son las historias que me cuentan y que se morirán con ellos. Cuando decidí viajar a la isla investigué mucho sobre Socotra sobretodo en textos antiguos, latinos, griegos, egipcios incluso encontré libros que hablaban de leyendas sobre la isla como el Ave Roc. Parece que también fue en Socotra donde Gilgamesh encontró la planta de la inmortalidad. Lo que resultó curioso es que allí, la gente, los habitantes del interior de Socotra que viven en la isla, que son nómadas y van detrás de sus cabras no habían oído hablar nunca de todas estas leyendas, lo desconocían totalmente. Se trata de leyendas que gentes exteriores les atribuyen a ellos pero luego encontré un mundo de creencias en brujas, espíritus y yins que me cautivó. Me gustaba mucho, cada noche alrededor de un fuego, escuchar todas esas historias.
¿No sentías que eras tú quien, de alguna forma, les estaba devolviendo la memoria contándoles sus propias leyendas?
Quizás, pero no les interesaba tanto...
¿Por qué?
Porque es una gente que está muy metida en su mundo. Les preocupa si lloverá o si habrá pastos suficientes para alimentar su ganado. Yo creo que cuando el hombre vive de una manera tan precaria no tiene tiempo para la especulación. Yo sabía que no iba a encontrar esas leyendas pero en cambio encontré cosas muy interesantes... quizás fue mejor.
¿Tuviste tentaciones de subir las montañas mirando el cielo por si aparecía el Ave Roc?
(Risas) Sí, desde luego pero no apareció
Leo en Socotra unas líneas que me gustaría comentar: "Ya no tenía interés en lanzarme al mundo, un poco sin rumbo, a la búsqueda de lo imprevisto. Me interesaba la memoria. Viajar, desde luego, pero de personaje en personaje, escuchando historias de los ancianos que desaparecerían con ellos" ¿conseguiste ese propósito?
Sí, aunque esa frase que has dicho también tiene que ver con la edad. A mí me gusta mucho envejecer (bueno, sería absurdo si no me gustara porque no tendría otro remedio). Cuando uno se va haciendo mayor hay cosas que le han dejado de interesar y situaciones que ya prevé. Ahora, a mis 61 años, no me interesa meterme en determinadas historias porque ya se lo que me pueden aportar y lo que no. Prefiero buscar las vivencias directas y la memoria de esos mundos que van desapareciendo
Mencionas tu edad y curiosamente hasta la fecha ninguno de los ganadores del Premio de Literatura de Viajes superaba los 40 años. Un hecho que hablamos con el escritor Javier Reverte y que nos hizo plantearnos hasta qué punto influye la edad para realizar determinados viajes.
Todo depende de lo que uno entienda por viajar. Viajar no es sólo recorrer países. Para mí es un aprendizaje, es una iniciación y es una huída. Yo creo que los que viajamos somos personas que estamos insatisfechos quizás con la sociedad en la que nos ha tocado vivir y por eso nos gusta salir para ver que en otros lugares las cosas son distintas.
Sin embargo, en tu caso, has viajado a sociedades cuyos niveles de insatisfacción han alcanzado cotas inimaginables ¿lo percibías en tus viajes? (le menciono la Primavera árabe)
Sí, desde luego. Había en la población una creencia de que nunca se podría cambiar nada. Piensa que Egipto es el país más antiguo del mundo, es un país de una enorme burocracia y que todo ese sistema tan centralizado viene del tiempo de los faraones. Por eso cuando ocurrió lo de Tahrir yo creo que ellos mismos se sorprendieron de la fuerza que podían tener cuando se cansaron y dijeron basta. Es increíble lo que consiguieron, que todo un pueblo en aquella plaza y en las plazas de todo Egipto pidieran que se acabaran las mentiras fue algo muy importante. De repente perdieron el miedo y empezaron a hablar y a discutir. Es un fenómeno nuevo que no sabemos cómo acabará. Todas las revoluciones y los procesos democráticos son lentos y dolorosos, con retrocesos e involuciones. No sabemos si los islamistas han llegado al poder de buena fe y si actuarán "a la turca", si serán moderados o si empezarán a cercenar libertades. Ya veremos, eso nunca se sabe.
Personalmente creo que el mundo árabe es muy plural pero excesivamente complejo... ¿crees que, desde este rincón del planeta, lo entendemos?
Yo creo que no demasiado aunque cada vez se aprende y se estudia más. De todas formas, el mundo árabe no es uno y no tiene nada que ver Egipto con Yemen, con Libia o con Marruecos. Son sociedades muy distintas. Es muy difícil hablar en general. Después también en cada una de esas sociedades hay gente moderna que está luchando para abrir una serie de libertades y muchos musulmanes también porque ser musulmán no significa ser extremista como a veces se nos ha querido hacer creer, no es verdad. Hay gente muy abierta que tiene una actitud laica desde un punto de vista político. Hablar de "mundo árabe" es como hablar de Latinoamérica donde Buenos Aires y El Salvador no tienen nada que ver. Es mucho más complejo que todo eso.
Sin embargo algo que sí percibimos es la invisibilidad de la mujer ¿te siguen llamando la atención determinadas situaciones?
Desde luego aunque es muy diferente moverse por El Cairo en un ambiente cosmopolita que, por ejemplo, por la península arábiga donde la situación es penosa, sobretodo en el Yemen, donde las mujeres son como sombras, tú no las ves. El primer mes que estuve en Socotra no hablé con ninguna mujer, no tienes ocasión, no puedes, es imposible, no puedes acercarte a ellas ni ellas a ti. Excepto en alguna zona muy remota que entonces sí había mujeres muy mayores que ya participaban con los hombres en las discusiones.
Volvemos a Socotra, lugar mítico al que acudieron indios, griegos y árabes del sur durante siglos, atraídos por el incienso, la mirra o la llamada sangre del dragón... Es una lástima que los libros aún no se puedan oler...
Sí (risas). En ese sentido Socotra es increíble
Increíble y desconocida. Algo que sorprende cuando hoy en día y sólo con un "click" puedes acceder a cualquier lugar del mundo...
Sí, además es muy difícil llegar. Ahora no te dan visados ni para el Yemen porque además la situación es muy convulsa, hay prácticamente una guerra civil aunque no se diga. Suponiendo que se pudiese llegar - que no se puede - no hay ningún tipo de comodidades para el viajero actual no digo para el viajero solitario sino para los turistas. Era un lugar donde empezaba a haber un turismo de montaña, de trekking, de caminantes, de gente interesada por el mar, eran pequeños grupos y gente relacionada con el mundo de la aventura.
De hecho a ti también te costó llegar...
Sí, pero porque quería hacerlo en barco como se hacía antes. Resultó totalmente imposible, tiré la toalla y fui en avión.
A corto plazo ¿tienes algún nuevo viaje previsto?
No. Estoy muy sedentario porque ya he viajado mucho (risas)
¿Te cuesta iniciar los viajes?
No... es tengo muchas cosas acumuladas que tengo por decir entonces no quiero empaparme de cosas nuevas .
¿Y nos puedes avanzar alguna de ellas?
En los años 80 estuve viviendo en Egipto y ahora quiero hablar de esos años pero desde hoy, es decir, desde la situación actual pero haciendo una serie de flashback a ese tiempo que estuve ahí. Será una especie de híbrido, un género que me voy a inventar, se situará entre unas memorias y un relato de viaje aunque tendrá más de memorias que de otra cosa.
A veces la memoria juega malas pasadas... o buenas, según se mire
Me interesa la deformación que produce la memoria. Además me es muy difícil escribir sobre alguna cosa que está pasando ahora mismo o un viaje que haya hecho recientemente. Necesito que pase un poco de tiempo y que comience a no acordarme muy bien de las cosas porque entonces hay que estimular la imaginación, yo no digo inventar porque yo no invento nada pero la deformación que produce el paso del tiempo, ese misterio... me interesa.
También el estado de ánimo puede influir en la memoria, en los recuerdos...
Sí, desde luego. Yo me sentí muy libre escribiendo Socotra, mientras lo hacía, lo ponía todo. Cuando lo estaba escribiendo murió mi padre, pues sale ahí, está presente en varios momentos, es decir, no quise ceñirme a una historia lineal que había vivido en la isla sino que plasmé todo lo que me venía a la cabeza, me venían recuerdos de Sudán, Egipto, de cuando era pequeño... y todo lo escribí con libertad total.
¿Puede la literatura de viajes suplir el viaje físico?
No lo sé para mí la literatura de viajes es literatura. A mí me interesa cuando hay una obra, no me interesan las guías o los reportajes periodísticos. Me gusta cuando se convierte en otra cosa, en una novela, en un relato. Con el libro de Socotra alguien me insinuó que se podía viajar a la isla con el libro y yo creo que no ya que en él vas a encontrar una experiencia personal, una serie de reflexiones. Es todo un proceso muy personal, eso es totalmente intransferible. Quizás otra persona que va allí no ve nada de lo que yo he visto y ve otras cosas.
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