Miguel G. Garitano: El Cantar es, junto al Quijote y la Odisea, uno de los imprescindibles de la literatura de viajes
Patricia Ansótegui
El pasado mes de junio se fallaba el IV Premio de Literatura de Viajes Camino del Cid resultando ganador La aventura del Muni, de Miguel Gutiérrez Garitano. Recientemente, la Diputación de Alicante celebró la ceremonia de entrega en el Palacio Provincial, un acto impecable en el que, además, tuvimos la oportunidad de hablar con este joven escritor que ha logrado introducirnos en uno de los países más complicados y desconocidos del continente africano: Guinea Ecuatorial. A través de Gutiérrez Garitano nos sumergimos en el río Muni siguiendo las huellas del explorador vasco Manuel Iradier
Enhorabuena por el premio Miguel, ¿cómo recibiste la noticia?
Estaba en mi casa y me llamó mi editor dándome un susto de muerte, diciéndome que algo había salido mal, que me tenía que dar una mala noticia. Acudí a la editorial con el corazón en un puño, cuando llegué me lo encontré con una sonrisa de oreja a oreja y me comunicó que mi libro había resultado ganador. Fue un momento mágico, cuando se me pasó el susto nos dimos un abrazo (risas).
En tu libro sigues los pasos del africanista Manuel Iradier ¿de dónde surge tu interés por el explorador vasco?
A nivel personal llevaba muchísimo tiempo interesado por Iradier aunque no sólo por él. Lógicamente, al ser mi paisano y el explorador español más importante en el África negra del XIX, me parece una figura que había que descubrir. Los españoles tenemos historias incontables en Filipinas, América y aunque, lo hemos explotado, quizá en este momento tendríamos que volverlo a recuperar. Da la impresión de que, en el caso de África, los españoles nos hemos quedado aparte y que era la historia de otros europeos las que habían copado los libros de las obras literarias. Me da un poco de rabia, por ejemplo, ver un libro de texto en Inglaterra en el que aparecen cosas inciertas y que, sin embargo, los niños ingleses estudian.
¿Cómo por ejemplo?
En esos libros aparece que la primera vuelta al mundo la había dado Francis Drake y sin embargo la había dado Juan Sebastián Elcano con Magallanes décadas antes, que Australia la había descubierto James Cook cuando eso es incierto, estaba ya descubierta por portugueses y españoles, que el primer europeo en llegar a la mítica ciudad del oro de Tombuctú había sido Gordon Laing cuando había sido Yauder Pachá que era un andalusí español y que el escocés James Bruce había sido el primero en descubrir el Nilo Azul y había sido Pedro Páez un jesuita español. Las historias son innumerables... me daba mucha rabia. Estos hechos, junto a un afán bienintencionado de divulgar estas historias, me hizo ver que había que contarlo.
¿Crees que es el momento de recuperar a los expedicionarios españoles?. Porque, según comentas, parecen estar un poco denostados...
Siempre lo han estado... recuerdo que un estudioso sobre Iradier - que no andaba descaminado - me decía que estaba sobrevalorado. Si uno ve sobre el mapa lo que él recorrió en kilómetros sí es cierto que, si se compara con un Livingstone o con un Stanley, parece que ha hecho muy poca cosa pero ¿qué ocurre? que, en mi opinión, eso no es totalmente cierto. Hay que pensar que en el XIX España era un país destrozado con guerras intestinas y también con guerras coloniales con Marruecos y Cuba, no había dinero absolutamente para nada mientras que las potencias europeas tenían flotas en la zona. Hay un momento en el que Iradier se está pegando por conseguir la soberanía sobre unas tierras, eran cuatro hombres remando sobre un cayuco y tanto por el norte como por el sur venían acorazados de guerra de Francia y de Inglaterra. Lo grande de Iradier es que, con los medios que contaba, consiguió unos logros descomunales. En ese sentido no tiene nada que envidiar a un Stanley que por ejemplo llevaba un ejército de 300 hombres armados. Iradier, aunque iba armado, nunca usó la violencia sino que hacía tratos con los indígenas. No hay que quitarle la responsabilidad de lo que pasó después ya que todos los exploradores tienen una responsabilidad sobre el colonialismo aunque la inmensa mayoría no pretendían que sucediera eso ya que lo que pretendían era estudiar la fauna, topografiar lo desconocido y abrir los horizontes de la humanidad.
El jurado de esta edición coincidió en que La aventura del Muni refleja a la perfección la experiencia transformadora que supone el viaje: uno es de una forma cuando comienza a hacerlo y totalmente diferente cuando lo acaba... ¿Cómo ha transformado a Miguel Gutiérrez Garitano sus viajes a Guinea Ecuatorial?
Sí era diferente porque yo trato de llevar mi curiosidad al límite. Guinea es un país muy complicado. Aunque no hay un conflicto abierto todos los que han viajado allí coinciden en que es un país dificilísimo para moverse. No es peligroso en el sentido de que puedas perder tu vida pero, por ejemplo, recorrer una carretera que en condiciones normales te puede llevar tres horas allí te puede costar diez ya que te paran en nueve barreras y te intentan extorsionar. Este hecho va unido a que yo me di paseos agotadores por la selva que no llevaba planificados, dormía al raso con las hormigas que te comen por todos los lados... Además, contacté con la secta bwiti, similar al vudú y probé un alucinógeno muy fuerte que puede provocar la muerte, me tuvo trece o catorce horas en coma... en definitiva, que trato de llevar mi experiencia un poco al límite y esto me lleva a llegar un poco desahuciado físicamente. Por otro lado, vivimos en una especie de mundo feliz que ahora empieza a desmoronarse. Al menos en Occidente nos preocupamos por cosas que en África son inconcebibles. Esa gente vive el día a día con una felicidad que no tenemos aquí.
Tras leer el libro queda una sensación un tanto amarga... ¿es posible sacar algo en positivo de tus viajes a Guinea Ecuatorial?
Hay varias cosas. Una de ellas es que a mí me gusta contar y vi una historia muy desconocida detrás. Sí es cierto que en Guinea uno tiene la sensación de estar siempre enfadado. Dice Javier Reverte - y lo dice en el prólogo - que él no ama Guinea. Es un país que, hablando vulgarmente, encabrona, estás todo el rato crispado, muchas veces te tratan mal. No tanto la gente de los pueblos que es una gente excelente como la de las ciudades... pero a mí me ha gustado esa parte desconocida, hay una Guinea de día y una de noche con esas creencias a la luz de los faroles, luego la naturaleza desbordante del bosque guineano y las historias particulares tanto de gente ya desaparecida - gente del XIX - como las historias de gente viva tanto españoles que sobrevivieron a la colonia como guineanos... He visto un país que, igual en otro momento, lo hubiera visto de una manera más antipática.
Me llama la atención el papel de la mujer guineana de la que hablas en varias páginas de tu libro...
Evidentemente es un país muy machista pero luego tiene cosas muy curiosas que me contaban los médicos españoles que trabajan allí. A las mujeres guineanas las tienen trabajando. Los hombres no trabajan, a veces pescan y cazan pero no están todo el tiempo trabajando. Es cierto que eso es muy duro pero luego a lo mejor se tiran tres días tumbados a la bartola literalmente. Los trabajos pesados tanto en la huerta con el azadón como las labores domésticas las hacen las mujeres lo que les da un fortaleza física totalmente desconocida en la mujer europea. Eso les lleva a un punto que, cuando el hombre va a pegar a la mujer, se defiende de una manera que muchas veces son los hombres los que van a las clínicas con más lesiones que la mujer. Allí dicen que los hombres no pegan a las mujeres - que sí les pegan - sino que es al revés. En una ocasión yo vi a un hombre con un machetazo medio muerto porque le había pegado a una niña y la madre salió en su defensa. Cada país tiene sus fenómenos y la violencia de género no es como la de aquí. La mujer allí es de armas tomar y tiene una fuerza extraordinaria. Por otro lado, son un poco el núcleo de la sociedad y siempre que me he puesto a hablar para que te cuenten la situación están mucho más predispuestas las mujeres que los hombres, son mucho más garantes de su pasado. Llegar a los hombres es más difícil, me refiero de una manera profunda. Ahora se está intentando avanzar en la educación para la mujer ya que su mayor lacra es que se la mantiene en la ignorancia y en el analfabetismo de una manera consciente.
En tu libro mencionas el Quijote y la Odisea como los imprescindibles en lo que a literatura de viajes se refiere ¿podemos incluir en esa selección al Cantar de mí Cid?
Tras terminar La aventura del Muni me releí el Cantar de mío Cid, es curioso porque luego me compré una edición antigua preciosa en Valencia sobre el destierro. En este momento yo distingo tres libros de viajes que creo que son absolutamente imprescindibles, la Odisea de Homero que mencionas, el Quijote - un libro de carretera, de viaje total - y el Cantar de mío Cid. Tiene una riqueza extraordinaria, además tiene unas similitudes con otras épocas muy curiosas. En él vi un western porque la España del siglo XI no era como el resto de Europa, incluso climáticamente era mucho más dura. El Cid parte desde las nieblas del norte hasta la luz del Mediterráneo. El Cid y los que le acompañaban desterrados parecían unos forajidos y, sin embargo, son todo lo contrario. Se hacen con varios señores, demuestran que España era muy plural. Al leerlo en ningún momento desprecia a ningún rey por ser árabe y además es el paradigma del hombre que parte de la nada, un infanzón sin demasiada importancia desde un punto de vista nobiliario, que se convierte en un personaje de primera división en la España de aquella época. Yo creo que es la primera vez en la que un hombre del común se convierte en el hombre clave de toda la política en un momento peninsular, es la primera historia del fin del inmovilismo de clases, demuestra que un hombre por su méritos podía llegar y todo, además, entremezclado en un libro apasionante de viajes como es el Cantar de mío Cid.
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