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Algo de Valencia. Algo de Alicante

Camino del Cid

Textos y fotografías: Gontzal Largo

Algo de Valencia. Algo de Alicante / Gontzal LargoAlgo de Valencia. Algo de Alicante / Gontzal LargoDos pueblos valencianos y, luego, el Alicante cidiano. En coche. Muchos castillos. Muchas fronteras. Algún acueducto. Una discoteca y una tarta de piedra modernista. 

 

Guardera con vistas a la iglesia de San Miguel del RavalGuardera con vistas a la iglesia de San Miguel del RavalOntinyent tiene un casco antiguo entero para nosotros. Calles vacías, un perro que ladra en el carrer de Sant Pere, una moto de reparto de comida que riega de ruido el carrer de l’Església, un patio inundado de plantas en las coordenadas 38°49’18.0”N 0°36’39.8”W. Junto al muro sur hay una escuela infantil que enmarca el campanario barroco de la iglesia de San Miguel del Raval. Estamos a los pies de otro campanario, el de la iglesia parroquial de Santa María, el mayor de toda la Comunidad Valenciana con 71,61 metros, según nos comenta un vecino que cita un estudio hecho a finales del siglo XX. Ni en Valencia capital tienen algo similar.

 

Un Cid de mentira moja los pies en el Pou ClarUn Cid de mentira moja los pies en el Pou ClarLlegamos al Pou Clar (poza clara, en valenciano) poco después de las 10 de la mañana de un día entre semana de septiembre. Nos topamos con un grupo de montañeros que, tras una caminata tempranera, están almorzando en las mesas próximas a las pozas. Comen embutido con pan y picotean una ensalada de tomate y cebolla (aliñada, por supuesto) servida en una bolsa de supermercado. Están jubilados, están felices, les gusta echarse pronto al monte. Eso y darle fuerte al ‘esmorzaret’, el almuerzo en valenciano. Las pozas tienen poca agua y ésta es de un color verdoso a causa de la escasez de lluvia y la estanqueidad. Descartamos el baño pero no renunciamos a meter los pies en el agua fresca del río Clariano, vestidos como Rodrigo de Vivar para así orbitar en la misma longitud de onda que la del héroe medieval.

 

Niebla en el alto del CastellarNiebla en el alto del CastellarLa carretera que discurre por el cañón rocoso que separa Ontinyent de Bocairent está cubierta por esa niebla que, en novelas y películas de aventuras, suele ser la antesala de un mundo secreto poblado por dinosaurios o civilizaciones perdidas. Superamos el alto del Castellar y comprobamos que, desgraciadamente, seguimos en la misma dimensión en la que nos hemos despertado, no hemos abandonado la realidad. Bocairent cabalga un paraje abrupto de peñas y quebradas que, unos kilómetros más al sur, acabará completamente domesticado.

 

Una de las estancias de las Covetes dels MorosUna de las estancias de las Covetes dels MorosEn una época en la que muchas cuevas turísticas tienen iluminación de discoteca, altavoces y pasarelas que impiden mancharse el calzado de barro, las Covetes dels Moros rompen con todo ello. A un cuidador que explica apasionadamente las singularidades de la cueva y luego deja a los visitantes volar libres, se suma una experiencia única, a veces tensa, a veces sudorosa, a veces vertiginosa, a veces claustrofóbica, en ocasiones complicada. Las Covetes dels Moros de Bocairent no son un espectáculo para todos los públicos, como tampoco lo son los callos a la madrileña o la arquitectura brutalista. Son un paseo por una infraestructura del pasado (¿del siglo X? ¿del siglo XI?) que apenas ha sido modificada para las visitas turísticas, lo que permite conocer de la forma más genuina posible qué diablos sintieron quienes las construyeron y utilizaron.

 

Plaza de toros de BocairentPlaza de toros de BocairentLa historia es fantástica. Más o menos ocurrió así: en la primera mitad del siglo XIX, la industria textil de Bocairent estaba asfixiada por la falta de trabajo. Ante esa situación, el empresario Manuel López Rovira propuso mantener al pueblo activo construyendo una plaza de toros. Ésta no se levantaría de cero, sino que se excavaría en un cerro que gobernaba la parte alta del pueblo. Y así fue: Bocairent tiene la mayor plaza de toros excavada en roca de España. Encontramos el coso cerrado, lo rodeamos con la esperanza de poder ver a través de una cerradura o una ventana o un muro bajo algo del interior. Imposible. Nos quedamos con las ganas.

El acueducto de BiarEl acueducto de BiarAcabamos de cruzar la frontera de Valencia con Alicante, superamos Beneixama y el paisaje vuelve a cambiar. El valle es amplio, espacioso y está habitado por un mar de olivares, una imagen imposible cuando conducíamos por los dominios próximos a la sierra de Mariola. A lo lejos vemos despuntar el castillo de Biar pero en nuestro cuaderno tenemos anotado otro monumento que nos lleva unos minutos encontrar: un acueducto del siglo XV, una construcción costosa, exagerada pero necesaria para traer un hilillo de agua hasta la ciudad.


Bocadillo de chuletilla de cordero, BeneixamaBocadillo de chuletilla de cordero, Beneixama
Pedimos la carta de bocadillos para comer algo rápido y el camarero nos recomienda el bocadillo de chuletilla de cordero. ‘Aquí lo toma mucha gente’, responde al preguntarle por el invento. Lo pedimos pensando que se las arreglarán para servir (no sabemos cómo) una chuletilla deshuesada pero nos equivocamos. El bocadillo de chuletilla de cordero es, efectivamente, de chuletilla de cordero. Tal cual. Con un chorrito de aceite para que el pan esté más sabroso pero, también, con su correspondiente hueso. Lo devoramos, está delicioso pero no logramos entender qué hace ahí el tuétano.

 

Discoteca abandonada junto a la CV-81Discoteca abandonada junto a la CV-81Estamos cerca de Villena y del corredor de la A-31 que inyecta turistas desde el corazón de la península a las costas de Alicante. Un par de kilómetros antes de la villa, en la CV-81, nos topamos con la discoteca Karamelo, con su nave inmensa, con su parking inmenso invadido por la maleza y una reproducción inmensa de la esfinge de Keops que amenaza con derrumbarse sobre la entrada. El local lleva años cerrado para regocijo, imaginamos, de la pequeña zona residencial que se levanta a escasos metros de la discoteca. Recordamos aquellos reportajes, locos e inocentes, de principios de los años 90 sobre el circuito de las discotecas de la Comunidad Valenciana y reímos.

La Casa Bola, en VillenaLa Casa Bola, en VillenaEn el otro extremo de Villena, junto al Santuario de las Virtudes, se levanta un edificio con forma de bola, único en España. De hecho, el arte ‘brut’ de la esfera habitada ha llegado a competir con el tardogótico del santuario a la hora de atraer visitantes al extremo oeste de Villena. Qué cosas. La casa bola fue iniciativa de un vecino que, simplemente, quiso tener una vivienda esférica, (“vanguardista”, dice con cadencia campechana en un vídeo de YouTube) en un arranque de rebeldía e integridad puramente cidiana.

 

El Cid posa junto al castillo de SaxEl Cid posa junto al castillo de SaxLeemos que en 2015 el equipo de localizaciones para la serie ‘Juego de Tronos’ anduvo husmeando por la provincia de Alicante. Tantearon la posibilidad de utilizar el castillo de Sax para rodar escenas de la quinta temporada pero no prosperó. Nos acercamos a la fortaleza con esa idea en mente, por su flanco trasero, buscando la cara menos idílica y, también, la más intimidatoria para aquellos que tuvieron que atacarlo. Dejamos el coche junto a la carretera CV-830, andamos por un terraplén y llegamos a una campa poco insigne –se encuentra tras una ruidosa nave industrial– que nos regala una panorámica privilegiada de la cara b del castillo. Sacamos el disfraz del Cid del maletero e inmortalizamos una hazaña inédita de don Rodrigo contra los dragones de Daenerys.

 

Bicicletas de verano, SaxBicicletas de verano, SaxPaseamos por Sax, paseamos por una ciudad que todavía tiene hábitos de pueblo, con casas en los bajos, patios frescos, bicicletas aparcadas en la calzada y un buen puñado de locales de venta de kebabs y pollos asados. Quedan pocos minutos para que los vecinos saquen las sillas a la calle para tomar la fresca y comentar qué ha dado de sí el día. Antes de marcharnos, tomamos una Coca Cola en una cafetería muy humilde que tiene el nombre del Cid y dispensadores con servilletas impresas con un caballero medieval.

 

La silla del Cid vista desde la A-31La silla del Cid vista desde la A-31El mundo entero está repleto de montañas cuyas siluetas evocan rostros de reyes y reinas, pechos femeninos, narices puntiagudas, monstruos o gigantes. La autovía A-31, que une Madrid con Alicante, enmarca, poco antes de llegar a Petrer, una gran mole rocosa que se alza solitaria en el horizonte. Podrían haberla bautizado como el ‘Arca de Noe’ o la ‘Muela’ o el ‘Yunque’ pero estamos en territorio cidiano. La montaña tiene dos cimas, una que recibe el nombre de Silla del Cid y otra, el de Cumbre del Cid. Los vecinos de los pueblos de alrededor la llaman, simplemente, ‘El Cid’.

 

Santuario de Santa Mara Magdalena, en NoveldaSantuario de Santa Mara Magdalena, en NoveldaEn Novelda, todo el mundo acude al cerro del castillo al atardecer. Caminan rápido, algunos corren, visten chándal, llevan ropas de colores flúor. Junto a la fortaleza mora, varios mecenas de las industrias canteras y de las especias propusieron construir un santuario modernista consagrado a Santa María Magdalena. El modernismo siempre tiene un punto de locura, nunca decepciona. Gracias a Google Maps confirmamos que la planta del templo es muy extraña porque evoca un frasco de perfume, en recuerdo al recipiente en el que María Magdalena guardó el ungüento con el que limpió los pies de Cristo. En el interior, el cuidador habla mucho del órgano. Pero mucho. De sus dimensiones, de su sonido, de que es el único del mundo fabricado íntegramente en piedra, de que fue necesario construir (en 2010) una estructura especial que aguantara sus 40 toneladas de peso.

 

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