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Albarracín (Teruel)

  • Albarracín, Teruel / ALC
  • Castillo y catedral de Albarracín, Teruel / ALC
  • Plaza del Ayuntamiento. Albarracín, Teruel / ALC
  • Murallas y catedral de Albarracín, Teruel / ALC
  • Albarracín, Teruel.
  • El Descendimiento. Frescos de la catedral del Salvador. Albarracín, Teruel / ALC
  • Albarracín, Teruel.
  • Carretera a Bezas, por los abrigos rupestres, entre Albarracín y Gea de Albarracín, para cicloturistas / ALC
  • Paisaje del Rodeno. Albarracín, Teruel / ALC
  • Castillo y catedral de Albarracín, Teruel / ALC
  • Muralla de Albarracín (Teruel) y GR 160 / ALC
  • Carretera a Gea de Albarracín, Teruel / ALC
  • Albarracín, Teruel / ALC.
  • Castillo y catedral. Albarracín, Teruel / ALC.
  • Albarracín, Teruel / ALC.
  • Muralla de Albarracín, Teruel / ALC.
  • Frescos de la catedral. Albarracín, Teruel / ALC.
  • Albarracín, Teruel / ALC.
  • Albarracín, Teruel / ALC.
  • Iglesia de Santa María. Albarracín, Teruel / ALC.


En Santa María de Albarracín tomaban posada,

espolean cuanto pueden los infantes de Carrión,
ya están en Molina con el moro Abengalbón
(Versos 2645 y ss. CMC)

Conocida como Santa María de Oriente en el siglo VIII, tras la invasión árabe se asentó aquí un grupo bereber de la tribu de los Ibn-Racin. Tras la desaparición del califato, Albarracín se constituyó en taifa independiente en el siglo XI.  En el siglo XII, con la llegada de los almorávides, pasó a depender del reino de Valencia.

Entre 1167 y 1170 ibn Mardanis, rey de Murcia y Valencia, más conocido como el rey Lobo, cedió Albarracín a Pedro Ruiz de Azagra, un caballero navarro que prestaba sus armas al servicio del rey musulmán. Pedro Ruiz de Azagra levantó un señorío independiente de Castilla y de Aragón que contaba con obispado propio y que perduró durante seis generaciones, hasta 1284, año en que Albarracín se sometió al dominio aragonés.  En 1300, el rey Jaime II de Aragón incorporó las tierras al realengo y dió a Albarracín título de ciudad.

En tiempos del Cid, era aún capital del reino bereber de los Banu Razín. En 1088, en Calamocha, el Cid recibió en su campamento una embajada de la taifa, fruto de cuyas negociaciones el reino se hizo tributario suyo. Hasta 1093 la relación con la taifa fue de cierta supeditación al Cid, pero al advertir Rodrigo que el rey de Albarracín buscaba aliados entre los aragoneses para conquistar Valencia, sobre la que él ejercía ya su protectorado, lanzó un ataque de represalia contra sus territorios en septiembre de 1093: en una refriega en los alrededores de la ciudad el Cid recibió un grave lanzazo en el cuello que estuvo a punto de costarle la vida.

En el Cantar, Albarracín aparece como un punto neutral: tras la conquista de Valencia, el Cid envió a Muño Gustioz, Pedro Bermúdez, Martín Antolínez, don Jerónimo y 100 caballeros a Medinaceli, donde les esperaban ya Jimena y Álvar Fáñez para ir a Valencia. Camino de Medinaceli, la escolta pasó por Albarracín, cruzando su territorio y durmiendo en Bronchales. Años después, tras casarse con los infantes de Carrión, las hijas del Cid y sus esposos, camino de Castilla, dormirían en la ciudad. 

 

Qué ver y hacer en Albarracín

Muchas cosas se han dicho de Albarracín; de todas, el viajero puede retener que es una de las poblaciones más bonitas de España. Situada en un marco natural impresionante, en los Montes Universales, sobre el profundo tajo que crea el río Guadalaviar, a 1.171 metros de altura, su estampa es inconfundible.

El pueblo se extiende sobre una pequeña península rocosa que delinea el meandro del río Guadalaviar. La escasez de terreno propició la apariencia actual de la ciudad: calles estrechas y casas escalonadas en cuyas fachadas predomina el yeso rojizo tan característico de Albarracín. El paseo empinado por la ciudad, adaptado a la topografía en la que se asienta, es altamente recomendable: callejuelas y pasajes, escalinatas, aleros imposibles y rejerías se suman al buen número de edificios singulares y monumentales, entre los que destacan la catedral del Salvador y numerosas mansiones señoriales.

La catedral es  un resultado de la orografía accidentada del lugar; encajada sobre un peñasco, es pequeña, de una sola nave, heredera de una solución arquitectónica que ubicó allí el primer templo visigodo, la mezquita mayor y con posterioridad, ya bajo el señorío de Azagra, un templo quién sabe si románico o mudéjar, y otro gótico, del que se conservan algunos restos incrustados en la actual construcción, iniciada en el siglo XVI, en la que convive el gótico tardío con el estilo renacentista.

Anexo a la catedral se encuentra el Palacio Episcopal, que hoy aloja el Museo Diocesano. La visita resulta muy interesante porque ofrece claves importantes sobre la historia de Albarracín, muestra como era la vida ordinaria en el palacio, y exhibe piezas de notable interés por diversos motivos, no sólo artísticos, como la naveta en forma de pez del siglo XVI en cristal de roca tallado en Venecia o Milán, reliquias de Santa Teresa, la colección de tapices flamencos o la lisérgica capilla barroca del obispo.

La ciudad dispone de otros museos, el más importante para el viajero cidiano es el Museo de Albarracín, situado en el antiguo hospital, muy cerca de la catedral. El espacio dedicado a la Edad Media incluye cerámicas del siglo XI, monedas y otros utensilios de la vida ordinaria de la época.  

Otro de los elementos recurrentes en nuestra visita es el sistema defensivo de la ciudad, formado por un alcázar y dos torres estratégicas, la de doña Blanca y la del Andador, unidas por una cremallera de torreones y murallas que protege la ciudad. Aunque estas construcciones tienen su origen en época islámica, en los siglos X y XI, la apariencia actual es principalmente del siglo XIV, si bien en el alcázar vamos a encontrar huellas de su pasado islámico en los restos arqueológicos de la alcazaba.

Mientras la Torre del Andador, encumbrada en lo alto del cerro, es visible desde diferentes puntos del pueblo, la Torre de Doña Blanca o Torre Blanca parece esconderse tras un recodo, en un punto estratégico del espolón rocoso. Se cree que aquí está el origen del asentamiento árabe. Hoy la torre es un sugerente espacio expositivo con bonitas vistas de Albarracín y sus alrededores. Junto a la torre se encuentra la iglesia de Santa María, del siglo XVI, que consta de nave única con bóveda de crucería y capillas laterales en los contrafuertes, hoy reconvertida en auditorio.

Albarracín es también inicio de numerosas rutas senderistas y excursiones por una sierra de alto valor paisajístico y medioambiental. El viajero que descanse varios días en la ciudad podrá descubrir cañones, barrancos, roquedales, y bosques de gran diversidad florística y faunística. Si vas con prisa (mala compañera) acércate a la boca del espacio natural del Rodeno, situada en un mirador junto al corral del santo, con unas vistas interesantes del barranco de de la Tejería, a sólo 2,5 km del pueblo por la TE-05.

La Sierra de Albarracín se encuentra en una de las zonas más oscuras de la Península Ibérica. Según los expertos, en sus cielos pueden verse más de 6.000 estrellas. Recientemente ha recibido el certificado de Destino Turístico Starlight, que distingue aquellos lugares especialmente aptos para desarrollar actividades turísticas basadas en ese recurso natural. La localidad cuenta con rutas y senderos donde se pueden realizar actividades nocturnas con las condiciones adecuadas (lunas llenas y la Vía Láctea), espacios que se encuentran en zonas de alto valor medioambiental.
 

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