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Javier Reverte: Es mucho más barato irse tres meses a África que vivir veinte días en Benidorm

Una puede llegar a sentirse insignificante al lado de Javier Reverte. Más si tu último viaje no ha ido mucho más allá de la Costa Blanca o de lo que es peor: de un circuito organizado a Centro Europa (sigan leyendo y entenderán). La definición de viajero incansable no sé si le agradará demasiado. La de escritor que viaja me consta que sí. Javier Reverte es uno de esos tipos a los que gusta escuchar compartiendo una buena botella de vino. Sus experiencias viajeras, aderezadas con mil y una anécdotas, te hacen reír aunque también plantearte si tu vida no debería dar un giro de 180 grados para alejarte a cualquier lugar del mundo donde nada ni nadie te pueda molestar. Entrevistamos a Javier Reverte -en esta ocasión sin botella de vino - para hablar de viajes, libros y destinos. Compartimos unos minutos con este gran conversador y presidente, desde hace tres años, del Jurado del Premio de Literatura de Viajes Camino del Cid. Precisamente, el pasado día 3 conocíamos qué libro se alzaba con el galardón: Apacherías del Salvaje Oeste del escritor madrileño Javier Lucini.

Le tengo que preguntar, en primer lugar, por el libro ganador...
Por Apacherías...

Del Salvaje Oeste, ni más ni menos
Sí (risas) ni más ni menos.

¿Por qué lo han premiado?
Era el que mejor escrito estaba. Por eso ha ganado.

Hay quien puede pensar que el jurado ha premiado el continente y no el contenido
Es muy difícil en general saber porqué premias un libro sobre otros en un premio de literatura de viajes. En este género todo el mundo piensa que cabe todo y, sin embargo, en los jurados siempre pensamos que un buen libro de literatura de viajes tiene que tener, en primer lugar, un viaje. Si no hay viaje, no hay libro. Sin embargo, también pensamos que si no hay literatura no hay libro. Si un libro de literatura de viajes no cuida ese aspecto literario que te comento, ya no sirve. Para eso están las guías, cualquier diario de viajes... La literatura de viajes significa precisamente eso: literatura de viajes. En cuanto a este certamen quizás en otros finalistas había más viaje pero en este había más literatura. Por eso ha ganado.

En la primera edición del certamen ganó el periodista David Jiménez. En la segunda, Rory Stewart y en esta tercera Javier Lucini. Ninguno de los tres pasa de los 40 ¿a partir de esa edad es más difícil viajar o... escribir?
¡Qué va! (risas). Ni una cosa ni otra. Yo tengo 65 y no me va mal. Creo que es una cuestión de actitud. La actitud se puede tener con 30, 50, 60 o, incluso, con 80 años.¿Qué pasa, que un viaje es una aventura y la viven los más jóvenes porque tienen más fuerza física?. Puede ser, pero eso no significa nada. Lo que pasa es que en los casos de los tres premiados hemos considerado que eran los mejores libros. Yo estoy contento porque este premio sigue siendo tremendamente limpio. Aquí no hay ninguna posición ante los libros. Ni de apoyo a gente por amistades, ni por influencias ni, por supuesto, por parte de la organización. El premio lo han ganado los libros que hemos considerado que eran los mejores pero, bueno, todo es subjetivo.

Habla de apoyos, influencias...¿hay un lado oscuro en el mundo de los premios?
Claro que lo hay, aunque más que de un lado oscuro yo hablaría de un lado en el que las editoriales apuestan por unas cosas que piensan que van a significar mayor volumen de ventas. Son apuestas de las editoriales que tienen mucho dinero detrás. Más que limpios o sucios o premios claros u oscuros yo hablaría de algo que forma parte del juego. Sin embargo un premio como este que está dedicado a libros ya publicados se puede comparar con otros premios nacionales que van a territorios que ya están muy trillados y que no entran en el juego de las ventas. Aquí el Consorcio Camino del Cid no se juega nada. Simplemente apoya un libro que sea bueno, tan subjetivo como eso.

Y la literatura de viajes ¿está en auge?
No tengo ni idea. Es un género que llegó tardíamente a España ya que aquí no viajábamos casi nada. A partir de los años 70, 80 y sobre todo en los 90, se empezó a viajar mucho. Es evidente que nos gusta leer cosas sobre viajes pero tenemos muy poca tradición al lado de países como Italia, Francia, Estados Unidos... los pilares de la literatura de viajes. En auge no creo que esté. Creo que simplemente está afirmándose como un género más. No existía, existe y ¡menos mal!

Qué pena que vayamos detrás de otros países...
Hemos sido un país muy pobre, muy encerrado en sí mismo metido en guerras civiles. Hemos sido un país un poco atrasado pero ya no lo somos. ¡Incluso prestamos dinero a Grecia!.

Esperemos que no nos lo tengan que prestar después a nosotros ya que, al fin y al cabo, todo el planeta esta en crisis. Pero y la literatura ¿también?
No lo sé. Creo que hoy en día no hay grandísimos escritores. Esa época de enormes escritores no es, precisamente, la que vivimos ahora mismo. Si echas un vistazo alrededor ¿qué gran escritor tenemos que pueda ser semejante a Lorca, Machado, Clarín...?.

A lo mejor tiene que morir alguno para hacerlo grande...
No, no hay grandes escritores. Hay mucha industria literaria pero, sin embargo, no veo que haya grandes escritores. Y yo me incluyo. Quizás el último que podía haber sido grandísimo fue Miguel Delibes. Era un clásico en vida pero tampoco era un Baroja ni un Clarín. Además, yo creo que no los hay ni en el mundo. Si me apuras, puede haber un gran escritor, el sudafricano Coetzee, quizá García Márquez... Pero poco más. Además es tremendo el negocio que hay detrás de la literatura donde hay demasiada tinta y poca sangre. Si tú lees a esos escritores, a los que la crítica y la industria considera que son grandes, comprobarás que manejan muy bien los esquemas literarios, la conexión literaria, pero no hay sangre.
Yo es que leo a los clásicos ¡que te voy a decir! (risas).

Grandes escritores, grandes viajes... con esto de la globalización ¿todavía son posibles los grandes viajes?
Hoy en día cualquiera puede hacer un viaje y cualquier viaje puede ser grande. ¿De qué depende un gran viaje?. Primero de tu actitud y, segundo, de tu tiempo

¿Y de tu dinero?
También, pero no tanto. Aproximarse a los caminos del mundo es relativamente barato. Para mí es mucho más barato irme tres meses a África que vivir veinte días en Benidorm. Claro, si viajas como viajan los africanos.

Es decir que lo apropiado es cambiar el chip e intentar ser viajero en lugar de turista
Yo no sé cuál es la diferencia. Creo que todo radica en el tiempo que tengas por delante. Si lo buscas o lo sacas, puedes hacer el gran viaje. De todas formas hoy en día no hay nada que descubrir. Lo que hay que hacer es descubrirse a uno mismo y eso se puede hacer viajando.

Nos plantea un viaje un poco difícil...
Sí, pero si no lo descubres en el primer viaje, a lo mejor lo descubres en el segundo y sino, en el siguiente. Yo tengo 65 años y todavía no me he descubierto a mí mismo. Eso sí, sigo viajando mucho.

No me puedo resistir a hacerle la pregunta que le habrán formulado un millón de veces. De los lugares a los que ha viajado ¿con cuál se quedaría?
Soy un frívolo absoluto con el tema de los viajes. No te puedo decir ninguno en concreto. Quizás, por decirte alguno... Nueva York, el lugar al que me voy a ir si consigo el dinero suficiente. Quiero vivir allí unos meses.

¿Y al lugar al que no volvería?
¡Montones!, Viena y Centro Europa en general. Hace mucho frío y la gente es muy antipática.

Y de su viaje a Nueva York ¿nos traerá algún libro?
Probablemente, pero no me voy a poner ninguna obligación de hacerlo. Cuando hago un viaje siempre tengo el propósito de escribir un libro pero si no sale no pasa nada. La literatura está hecha para disfrutar, de hecho, jamás he contratado un libro antes de realizar un viaje.

Patricia Ansótegui

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