Sólo los viajeros más curiosos podrán vislumbrar en las paredes del cerro en el que se asienta la ciudad, los vestigios del castillo, llamado popularmente de Palafox, en referencia a Guillem de Palafox, que fuera su propietario en el siglo XIV. Son muy pocos y dispersos los restos de lo que fue uno de los castillos islámicos más importantes de la zona, valor que después conservó por su emplazamiento fronterizo entre los reinos de Aragón y Castilla. Como plaza islámica es citada en el Cantar de Mio Cid como tributaria del Campeador, al igual que Cetina, durante su paso por la ribera del Jalón.
El castillo fue conquistado por Alfonso I en 1120 y en su época de mayor esplendor llegó a ocupar toda la superficie de la meseta a cuyos pies se levanta Ariza. Contaba con planta irregular y estaba estructurado en torno a varios recintos concéntricos. En la actualidad sólo quedan restos de la torre muy desmochada y de algunos tramos de la muralla repartidos por las laderas de la meseta. El solar principal es donde hoy se levanta la figura del Sagrado Corazón de Jesús.
Visita: Libre.
Rev. ALC: 10.07.1
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