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José Miguel Viñas: "El Cid debió tener gran resistencia física y capacidad de adaptación"

El meteorólogo José Miguel Viñas
Patricia Ansótegui
 
El meteorlogo Jos Miguel ViasEl meteorlogo Jos Miguel ViasSiempre me he preguntado de qué hablaría con un meteorólogo en el ascensor. No le preguntaría por el tiempo. La conversación giraría en torno a la capacidad de adaptación del ser humano tanto al frío como al calor. Hace más de 900 años el Cid recorrió lugares de fuertes contrastes climatológicos. Hoy, nuestros viajeros atraviesan esas mismas zonas. La diferencia está en los medios que existen para enfrentarse a los citados contrastes que, dicho sea de paso, en el siglo XI no debían ser muchos.
Entrevistamos a José Miguel Viñas, Físico del Aire, especialista en Meteorología y comunicador científico: un excelente comunicador.
 
- Hace ya algún tiempo tuvimos oportunidad de hablar con un biólogo que aseguraba que el Cid, en el siglo XI, pudo encontrar paisajes muy similares a los actuales. Centrándonos en lo puramente climatológico ¿cómo han cambiado las cosas en estos (prácticamente) nueve siglos de historia?
El clima es cambiante por naturaleza, si bien dependiendo de la época de la historia, presenta unas determinadas características u otras. Las andanzas del Cid coinciden con un período llamado "Óptimo Climático Medieval" (o "Período Cálido Medieval") que, con sus altibajos y diferencias regionales, abarcó desde el siglo X hasta el XIV. Existe un debate científico sobre si las temperaturas que hubo en aquella época en España fueron similares a las actuales o superiores. Lo más probable es que no fueran muy diferentes a las que tenemos hoy en día. No se ha podido demostrar aún de forma categórica que fueran más altas. La principal diferencia parece estar en las precipitaciones, pues hay datos que apuntan a que fueron más abundantes en aquel entonces, con más episodios de lluvias intensas e inundaciones, que a buen seguro tuvo sortear el Cid en sus tribulaciones. Tampoco faltaron las sequías, ya que son una de las señas de identidad del clima mediterráneo.

- Según diversas fuentes ese período - el Óptimo Climático Medieval - propició un importante crecimiento demográfico e, incluso, un cambio en la estructura económica. ¿Coincide con estas opiniones?
Históricamente, el clima siempre ha sido un importante modulador de las sociedades humanas, siendo no pocas veces un factor crítico, que ha desencadenado o bien un crecimiento demográfico, como es el caso, o bien justo lo contrario, una debacle que terminó de apuntillar a no pocas culturas. Las épocas de la historia en que las condiciones climáticas son más benignas siempre han sido épocas de gran desarrollo. Si se encadenan muchos años seguidos de buenas cosechas eso se traduce en prosperidad y crecimiento, que es lo que pasó durante el Óptimo Climático Medieval. Los problemas comenzaron a llegar en el siglo XIV, con la terrible peste negra que diezmó a la población europea. Las malas condiciones de salubridad medievales y los cambios que empezó a experimentar el clima por aquel entonces -iniciándose la llamada "Pequeña Edad de Hielo"- fueron factores determinantes en la gran debacle sufrida en el Viejo Continente.

- En 2005 publicó un libro "¿Estamos cambiando el clima?" en el que apuntaba algunas claves sobre la realidad climática actual. En los cambios que se han producido en los últimos años qué ha pesado más ¿las variaciones determinadas por la propia naturaleza o las alteraciones impuestas por la mano del hombre?
Ambas cosas están actuando a la vez, aunque se ha comprobado que si elimináramos la componente humana, la magnitud del calentamiento global sería mucho menor, así como los impactos que esa anomalía térmica positiva está teniendo en el sistema climático.

- Lo que sabemos o conocemos del Cid nos hace pensar que tendría una capacidad de adaptación bastante alta por los contrastes que encontraría a lo largo de su destierro?
De eso no me cabe duda. Las zonas que fue atravesando en su largo periplo no se caracterizan precisamente por la bonanza climática. Las tierras del interior peninsular recorridas por el Cid en sus destierros son lugares de un marcado clima continental, donde los fríos invernales son muy rigurosos y donde se dan grandes diferencias de temperatura entre el día y la noche. Solo una persona de gran resistencia física y gran capacidad de adaptación, tanto al frío como al calor, pudo recorrer aquellas tierras como lo hizo, con los limitados medios de aquella época: ropa, transporte...

- Hay una frase que en los últimos años parece que oímos bastante a menudo? "Ya no nieva como antes" ¿es así?
La respuesta puede ser afirmativa o negativa en función de dónde situemos en el tiempo ese "antes". Sin remontarnos a los tiempos del Cid, está claro que ahora nieva menos que en las décadas de los años 50, 60 y 70, que se caracterizaron por inviernos más rigurosos que los actuales, en los que nieve no solía faltar a la cita, nevando muchos años en abundancia. En la actualidad es algo que puede ocurrir algún año, pero se ha convertido en la excepción a la regla. Nadie mejor que los responsables de las estaciones de esquí para certificar esa preocupante tendencia a nevar cada vez menos y en cotas más altas, lo que les está obligando, desde hace años, a hacer grandes inversiones de dinero en cañones de nieve, que algunas temporadas, incluso, apenas se rentabilizan por la citada escasez.

- Y el Cid, en su camino al destierro ¿encontraría mucha nieve?
Seguro que tuvo que enfrentarse a la nieve y a los rigores del frío en más de una ocasión. Teniendo en cuenta que en aquella época se tiene constancia de mayores precipitaciones que en el actualidad, no debieron de faltar las grandes nevadas por tierras burgalesas y sorianas, por el Alto Tajo, el Señorío de Molina y tampoco por las sierras levantinas que atravesó el Cid. Una prueba evidente de la presencia de nevadas abundantes por esas últimas zonas de montaña es la presencia allí de pozos de nieve, llamados también cavas, neveras o heleros. En ellos se acumulaba nieve compactada, que luego se llevaba a las ciudades y se vendía. Aquel negocio llegó a ser muy próspero, especialmente durante la Pequeña Edad de Hielo.

- Mencionaba unas preguntas más atrás la capacidad de adaptación del Cid y sus hombres. El Camino del Cid atraviesa ocho provincias (Burgos, Soria, Guadalajara, Zaragoza, Teruel, Castellón, Valencia y Alicante) pertenecientes a cuatro comunidades autónomas. Entiendo que los viajeros que hoy en día recorren la ruta también tienen que ir adaptándose por los contrastes que van encontrando en su recorrido?
Sin duda, la prevención resulta fundamental a la hora de planificar cualquier viaje. Aparte de consultar la predicción del tiempo, de especial importancia cuando las condiciones meteorológicas previstas son adversas, resulta útil informarse previamente del clima que caracteriza las zonas que vamos a visitar. En el caso concreto de la ruta del Cid, las condiciones pueden cambiar mucho dependiendo de los sectores que vayan a recorrerse. En unos siempre será más necesaria la ropa de abrigo que en otros y eso es algo que debe saber con antelación el viajero. En función de cómo se planifique la ropa que metamos en la maleta o mochila, mejor o peor será la adaptación al tiempo que tengamos en ruta.

 "Los viajeros que recorren la ruta deben estar mentalizados
para pasar calor de día y frío de noche.
A veces incluso mucho"
 
- Muchos de los viajeros que comento reconocen sorprendidos que en la ruta han pasado frío en lugares que no lo esperaban. Fundamentalmente en algunas zonas interiores de la Comunidad Valenciana ¿nos falta cultura climatológica?
Existen muchos tópicos e ideas preconcebidas sobre el clima de tal o cual zona que están muy arraigados en la gente y que sólo se pueden eliminar con eso que se apunta en la pregunta: una mayor cultura climatológica. Por ejemplo, cuando mucha gente escucha la palabra "Málaga" la asocia inmediatamente al sol y la playa, como si la Costa del Sol fuera lo único que hay en esa provincia, olvidándose que es la de mayor elevación media, gracias a su perfil montañoso. Un comentario parecido puede hacerse de los tramos de la ruta del Cid que discurren por la Comunidad Valenciana, ya que todo el interior es montañoso y tanto el tiempo como el clima de esas zonas poco o nada tienen que ver con el que hace en la costa, a orillas del Mediterráneo. La suavidad térmica queda restringida a la estrecha franja costera. Unos pocos kilómetros hacia el interior y ascendemos rápidamente y aumentan las diferencias de temperaturas entre el día y la noche. El Cid, en su día, lo mismo que los viajeros que ahora recorren su ruta, deben estar mentalizados para pasar calor de día y frío de noche. A veces incluso mucho.

- Una pequeña licencia: hay quien nos dice (con cierto humor) que el Cid utilizó la excusa del destierro para abandonar el frío invernal de Burgos y así buscar una clima algo más benévolo, sobre todo, en la zona de Valencia ¿mejor nos quedamos con la parte histórica y legendaria del destierro del Cid?
Bueno, enlazando con lo que comenté al principio de la entrevista, si el clima de Burgos en la época del Cid es comparable al actual en lo que respecta a las temperaturas, tampoco me imagino al Cid huyendo del frío burgalés, pues se ha suavizado bastante en los últimos tiempos. Lo más razonable es pensar que no fue el clima el factor que empujó al Cid a recorrer España. Sea como fuere, gracias a la recuperación de la ruta del Cid podemos viajar con la imaginación hacia atrás en el tiempo y a la vez disfrutar de las cosas que nos brinda esa ruta -singularidades climáticas incluidas- en el presente.
 
Os invitamos a visitar la web de José Miguel Viñas: www.divulgameteo.es
 

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