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Los Medicid: juglares del siglo XXI tras las huellas del Cid

Los Medicid en Atienza (Guadalajara). De izda. a dcha: Juan José Palacios, José María Alonso, Octavio Pascual, Carlos Royo y José Miguel Llorente

Los Medicid en Atienza (Guadalajara). De izda. a dcha: Juan Jos Palacios, Jos Mara Alonso, Octavio Pascual, Carlos Royo y Jos Miguel LlorenteLos Medicid en Atienza (Guadalajara). De izda. a dcha: Juan Jos Palacios, Jos Mara Alonso, Octavio Pascual, Carlos Royo y Jos Miguel Llorente

Patricia Ansótegui

“Recorrer el Camino del Cid debería ser obligatorio”. No lo decimos nosotros (que podríamos) lo afirman los Medicid, un grupo de ciclistas de Guadalajara – médicos, castellanos y amigos - que han realizado a ritmo de dulzaina y tamboril todo el recorrido. Con prácticamente 2.000 kilómetros a sus espaldas narran su experiencia en un libro que verá la luz en las próximas semanas. Hablamos con tres de ellos en Burgos, compartimos charla, historias, anécdotas y una experiencia que, sin lugar a dudas, les acompañará durante toda la vida.

- Aunque hemos seguido vuestra trayectoria y los diferentes recorridos que habéis realizado nos remontamos al origen de la aventura: ¿por qué el Camino del Cid?
José María Alonso (J.M.A.): Somos médicos y de vez en cuando nos juntamos a tomar un café. Somos castellanos y el Camino del Cid nos atraía mucho. Dos de los compañeros tocaban la dulzaina y un día a Octavio (uno de ellos) se le ocurrió decir: ¿por qué no hacemos el Camino del Cid tocando la dulzaina por los pueblos pasando la gorra? Esa fue la idea original que al principio tomamos por disparatada. Al poco tiempo nos volvimos a juntar, nos dijo que se jubilaba en un año y que era el momento de ir hacia adelante con la idea: Castilla, dulzaina, bicicleta, deporte y amigos.

- ¿Y la gorra?
J.M.A.: Pasó a un segundo plano (risas).

- Sois cinco “Medicid”. ¿Siempre habéis sido los mismos? 
J.M.A.: Empezamos tres: Juan José Palacios, Octavio Pascual y yo. Nos venía muy bien que hubiera una segunda dulzaina y al poco se sumó José Miguel Llorente. También Carlos Royo, compañero de toda la vida al que también le gusta mucho la música y la bicicleta. Juanjo y yo hemos hecho todas las etapas, el resto las han ido alternando pero los Medicid sí, somos los cinco. 

Tres de Los Medicid en el Monasterio de Agustn de Burgos, sede del Consorcio Camino del CidTres de Los Medicid en el Monasterio de Agustn de Burgos, sede del Consorcio Camino del Cid

- Habéis recorrido todo el Camino del Cid ¿incluidos los anillos?
J.M.A.: Sí, hemos hecho cuatro salidas, de unos 500 kilómetros cada una y luego en intervalos hemos recorrido el Ramal de Álvar Fáñez. También hemos hecho tres salidas de senderismo con el Colegio de Médicos de Guadalajara. 

- Cuando veo ciclistas en el Camino del Cid tengo por costumbre fijarme en las alforjas, en el tipo de bici que llevan, en la equipación... Si descubro que alguno lleva una dulzaina o un tamboril la sorpresa sería mayúscula. ¿Cómo reaccionaba la gente cuando llegábais a su pueblo? ¿Cómo era la acogida?  
Juan José Palacios (J.J.P.): Espectacular. En prácticamente todos los pueblos, los cuatro, cinco, seis vecinos que estaban salían a la plaza y se quedaban con nosotros. Luego era difícil irnos de allí porque te ofrecían un anís, un dulce… 
J.M.A.: La gente que más se extrañaba eran los grupos de turistas. En Las Huelgas (Burgos), en Pelegrina (Guadalajara) o en Rubielos de Mora (Teruel) nos encontramos con excursiones y la gente al principio se sorprendía al ver un grupo de dulzaineros vestidos con ropa de bici, luego se animaba y acababa bailando. Igual en las ciudades grandes no se apreciaba tanto pero en los pueblos pequeños era donde más lo agradecían.

El milagro de Monreal de Ariza

- Supongo que podréis contar decenas de anécdotas. Tengo entendido que fuisteis invitados de excepción en una procesión…
J.M.A.: Sí, en la procesión de San Isidro, en Monreal de Ariza, en Zaragoza. Ese año no tenían dulzaineros y la alcaldesa estaba muy afectada porque no había conseguido contratarlos. Llegamos al castillo de Monreal y vimos la comitiva. Nos acercamos hacia allá y empezamos a tocar. La gente se sorprendió mucho e ilusionada se preguntaba de dónde salíamos. Después de haber tocado durante toda la marcha procesional con el cura, los mozos, las devotas y nosotros con los trajes de la bici, la alcaldesa nos dijo: “Esto ha sido un milagro, no tenía  dulzaineros, he pasado una noche malísima con pesadillas por no haberlos contratado y de repente aparecéis vosotros tocando, esto ha sido milagroso”. Lo curioso, además, es que ella pensaba que los mozos le habían gastado una broma y los mozos decían: “hay que ver la alcaldesa, qué callado se lo tenía”.

- En mi opinión, la mente humana tiende a recordar solo los buenos momentos. Sin embargo, en un viaje como el vuestro y a lo largo de tantos kilómetros, también habréis tenido momentos complicados…
J.J.P.: No especialmente. Temas muy menores, un arañazo en la rodilla, dos caídas tontas, una tormenta y poco más. Incidencias desagradables ninguna 
J.M.A.: Quizás la entrada a Valencia sí fue algo más estresante. Queríamos cerrar el viaje en la estatua del Cid y no la encontrábamos. El resto del viaje lo vivimos con mucha satisfacción y una alegría enorme.   

¿Y no hubo roces entre vosotros?
J.J.P.: Lo normal tirando a poco (risas). Al final de cada etapa, después de cenar nos sentábamos para ver la etapa de día siguiente, quedaba todo muy estructurado por lo que había poca opción de discutir en el camino.

En el Camino del Cid con el cerro de Hita (Guadalajara) al fondoEn el Camino del Cid con el cerro de Hita (Guadalajara) al fondo

 - Habéis recorrido todo el Camino del Cid ¿tenéis prevista alguna otra salida a la ruta?
J.M.A.: Probablemente el mes que viene. Hay un grupo de senderismo en el Colegio de Médicos con el que, como te hemos comentado, hemos hecho tres etapas en la provincia de Guadalajara: de Anguita a Luzón, de Megina a Checa y de Sigüenza a Alcolea. Este año seguramente hagamos algo por Castejón, Argecilla, Almadrones… creo que allí acabaremos.  

- Habéis recogido vuestra experiencia en un libro que está a punto de ver la luz. En el texto además incorporáis unos versos que podían corresponder a vuestro particular Cantar de mio Cid: el Cantar de los Medicid
J.M.A.: Sí, esa era la idea. Aparecen unos versos al estilo castellano de nuestra aventura. Yo viví durante cinco años en Fresno de Caracena (Soria) y hay quien dice que esa zona pudo ser la cuna de Per Abbat. Mis compañeros creen que se me ha pegado algo… lo que empezó siendo un poema tonto una noche de calentón se ha ido extendiendo, todo en un lenguaje llano, socarrón y sin pretensiones literarias.

- Al lector al que le llegue vuestro libro ¿qué se va a encontrar? 
J.M.A.: Las salidas que hemos hecho al Camino del Cid reflejando lo que el Cid pudo hacer allí, siempre según el Cantar. Además de literatura, hemos metido un poco de cultura, del patrimonio y paisajes que hemos ido encontrando, deporte… en definitiva, es nuestra historia y experiencia en la ruta.  

- Si tuvieseis que escoger un momento, un paisaje, una persona… ¿con qué os quedáis?
J.J.P.: Por encima de todo con la etapa del Castillo de Gormaz (Soria) porque ahí se dio todo: castilla pura, la imagen desgarradora de la despoblación, los últimos de la resistencia, la inmensidad del castillo con la inmensidad del Duero a las faldas de la montaña. Desde luego para mí, ha sido lo más espectacular. .
J.M.A.: Por no insistir en Gormaz, los pueblos de Castilla: son tan entrañables, tan castellanos que sin duda me quedo con ellos 
José Miguel Llorente (J.M.LL.): la llegada a Valencia, finalizar a los pies de la estatua del Cid fue muy emocionante.

Tizona en mano tres de los Medicid en la oficina tcnica del Consorcio Tizona en mano tres de los Medicid en la oficina tcnica del Consorcio

- El Cantar de mio Cid es la guía de viaje del itinerario. Rodrigo Díaz de Vivar es el personaje en torno al cual gira todo. ¿Qué opinión tenéis del Cid? 
J.J.P.: Es un personaje histórico y sobre él, al igual que sobre cualquiera de nosotros, hay que incorporar matices. El Cid, para lo bueno y para lo malo, con sus defectos y sus virtudes, es nuestro Cid y como tal hay que tomarlo. Independientemente de los avatares históricos ahí está y es uno de nuestros antepasados más importantes y míticos. Eso se merece nuestro respeto y apoyo.
J.M.A.: La realidad del Cid está bastante lejos de la leyenda, era un guerrero al servicio de quien buenamente le pagara y su figura se ha ido creando entre mitos, leyendas, dichos, ideologías, intereses más o menos políticos de unos y de otros. Seguramente sería distinto a como lo percibimos ahora. Un guerrero famoso, luchador, conquistador con una historia detrás en mi opinión muy difusa. Yo creo que con una personalidad compleja, fuerte y probablemente un persona mucho menos idealizada de lo que se entiende ahora pero eso pasa con cualquier personaje histórico. 
J.M.LL.: Está todo dicho. Sin lugar a dudas, un personaje singular.

- Después de vuestra experiencia ¿animaríais a hacer el Camino del Cid?
J.J.P.: El Camino del Cid reúne todas características para disfrutar de la aventura. Haces deporte – que no tiene que ser deporte de élite ni mucho menos – desde el punto de vista técnico no necesitas muchos medios, solo una mochila, un poco de literatura, ganas de pasarlo bien con un grupo de gente para descubrir una parte de España que no sale en los telediarios. Yo no animaría a hacerlo, debería ser obligatorio.
J.M.A.: Para mí  lo ideal es recorrer el Camino del Cid en bicicleta. Es una ruta muy larga así que lo mejor es hacerlo como nosotros lo hemos planteado: cuatro o cinco rutas de una semana más o menos. En bici te empapas de la naturaleza, de los paisajes, paras donde quieres, no tienes demasiados condicionantes de infraestructuras. En cicloturismo o en BTT es ideal para todos aquellos a los que les guste el deporte, la camaradería, castilla, la cultura… es fantástico. 

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