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Blanca Fernández (ciclista): “Viajar en bici me hace sentir total y absolutamente viva”

Blanca Fernández, a la derecha de la imagen, junto a su amiga Mariaje antes de comenzar el Camino del Cid en Vivar del Cid (Burgos)

Blanca Fernndez, a la derecha de la imagen, junto a su amiga Mariaje antes de comenzar el Camino del Cid en Vivar del Cid (Burgos)Blanca Fernndez, a la derecha de la imagen, junto a su amiga Mariaje antes de comenzar el Camino del Cid en Vivar del Cid (Burgos)

Patricia Ansótegui

Laura Díez, propietaria de “La Morada del Cid”, en Vivar del Cid (Burgos) me abre amabilísima las puertas de su casa. Es la encargada de presentarme a Blanca Fernández, ciclista vasca de 63 años, afincada en Londres desde hace 42, que un día decidió emprender su sueño de recorrer el mundo en bicicleta. Tras cuatro años de viaje y 44.000 kilómetros a sus espaldas, pone rumbo al Camino del Cid, ruta que le recomendaron en Angola y que realizará junto a su amiga Mariaje. Compartimos desayuno y charla con esta viajera de fantásticos ojos azules y sonrisa entusiasta. 

- Antes de comenzar el Camino del Cid, has ofrecido una pequeña conferencia a los vecinos de Vivar del Cid con el objetivo de contarles tu experiencia recorriendo el mundo sobre dos ruedas. ¿Cómo ha resultado la experiencia?
Eso es mejor que lo digan ellos (risas).

Interviene Laura Díez, de "La Morada del Cid": muy bien, genial. Hasta los niños estuvieron atentos ¿verdad?

Sí, fue como contar cuentos pequeñitos- continúa Blanca, terminaron preguntando mucho y cuando ocurre eso es que les ha gustado. Salí encantada. La gente de Vivar es un amor. 

- En unos minutos, junto a tu amiga Mariaje, comienzas el Camino del Cid. ¿Por qué has elegido esta ruta? 
Al Camino del Cid le tenía muchísimas ganas. Me encontré con un viajero en Angola con el que comenzamos a hablar de nuestros viajes en bici. Le conté que había recorrido el Camino de Santiago y la Vía de la Plata y me dijo: “Tienes que hacer el Camino del Cid”. Yo he vivido 42 años en Londres y no había oído hablar de él en la vida. Me quedé con la copla y poco después fui a la “Semana de la Bici” de Burgos que organiza Luis Markina y él también me lo recomendó, así que hablé con mi amiga Mariaje, mi compañera de fatigas en todo esto, y  tomamos la decisión. Durante seis meses solo hablábamos del Camino del Cid. Éramos monotema. Es un camino histórico, que nos va a llevar por un montón de parajes diferentes, vamos a ver territorios muy diversos, lugares con historia… 

- Precisamente una de las características del Camino del Cid que destacan nuestros viajeros es la diversidad de la ruta...  
No tienes que irte muy lejos para ver lugares maravillosos y eso que yo estoy encantada con el viaje que hice en bici. Fueron muchos kilómetros y muchos años, cuatro años rodando, pero hay que sacarle juguillo a cada cosa y ahora es el turno del Camino del Cid

 - ¿Cuántos kilómetros hiciste? 
Unos 44.000.

¿Siempre viajes sola o te acompañó alguien en algún momento? 
La mayoría del tiempo viajé sola. Vinieron personas en sitios puntuales, por ejemplo Mariaje me acompañó en Sudáfrica y otra amiga estuvo unas semanas conmigo en Laos pero casi todo el tiempo fui yo sola. 

 

"Además del viaje físico está el viaje interior.
Terminas echándote culpa de cosas
pero también perdonándote otras" 


- ¿Como responde la cabeza a tantas horas de soledad, de experiencias, de enfrentarse a situaciones desconocidas?
En el viaje hay dos aspectos. Por un lado, como vas sola y no tienes grupo social te abres más a la gente pero no solo te aproximas tú a ellos, la gente también se aproxima a ti. Por otro lado, terminas reexaminando momentos de tu vida, mirando de cara esos momentos, analizando las cosas que a lo mejor tenías que haber hecho de otra manera, repasando momentos de tu vida en los que las cosas te han salido muy bien…  Además del viaje físico está ese viaje al interior, terminas echándote culpa de cosas, perdonándote otras, agradeciéndote otras… Son dos viajes paralelos. 

- También se me antoja complicado conseguir el equilibrio si vas con un compañero de viaje…
Con Mariaje me compagino muy bien pero a veces he encontrado otros cicloviajeros al azar e iban a otro ritmo totalmente diferente: ni yo me quería forzar ni quería que ellos anduvieran más despacio. Además llega un momento que buscas tener la libertad absoluta de hacer lo que te apetece, lo único que tienes que hablar es con tu bicicleta y esa,  no te contradice nunca. Haces lo que quieres todo el tiempo. Pero aquí la colega me aguanta mis manías, se dirige a Marije que confiesa que “nos aguantamos mutualmente”. 

Blanca Fernndez antes de ofrecer su charla en la iglesia de San Miguel de Vivar del Cid (Burgos)Blanca Fernndez antes de ofrecer su charla en la iglesia de San Miguel de Vivar del Cid (Burgos)

- Vives en Londres. Después de viajar por tantos países ¿qué sensación tienes cuando pasas la primera noche en tu casa?
Llevo 42 años en Londres pero cuando regreso a Euskadi es cuando en realidad vengo a casa. Para mí, mi casa son los amigos del colegio, de la universidad… es mi gente. Allá también tengo mi gente, de hecho es donde viven mis hijas pero yo soy de aquí, soy de Irún, ciudad fronteriza. 

- Como buena parte del Camino del Cid...
Sí (Risas).

- Tienes dos hijas. ¿Te han acompañado en alguno de tus viajes? 
Mi hija Amaia, la pequeña, sí. Hicimos el Camino de Santiago francés y el Canal del Midi, fuimos juntas del Atlántico al Mediterráneo. 

También el Desierto de Gobi, añade Mariaje.

Sí, lo hicimos juntas. A mis hijas les gusta mucho viajar porque lo han hecho desde muy pequeñitas. Son tus hijos pero entendí que esa necesidad física de estar con ellos ya no estaba, no me necesitan. A la hora de partir lo entendieron perfectamente y me apoyaron muchísimo. 

- Una mujer sola, extranjera, en un país desconocido… te preguntaron muchas veces ¿qué haces aquí? ¿te sentiste juzgada? 
Yo salí a pedalear ya con canas, para mí fueron una especie de seguro de vida porque hay mucho respeto a la persona mayor. Lo que sí me preguntaban es cuál era el propósito de mi viaje ya que les resultaba inconcebible que quisiera viajar por el hecho de viajar. Me llamaban abuela por todas partes pero no me sentí juzgada por el hecho de viajar sola y por ser mujer, ni en países como Irán o Sudán donde incluso está prohibido que las mujeres vayan en bici. Yo tenía la suerte de ser occidental y no he tenido más que respeto y aceptación por donde he ido 

- Te lo preguntaban en África y es mi turno en Vivar del Cid: ¿Cuál es el propósito de tu viaje? 
Buf…  le he dado muchas vueltas a esta historia.

- Me puedo imaginar…
No es un pregunta fácil de responder. Es como una cebolla, le empiezas a quitar capas y lo que se queda es el corazón. Cuando estoy en mi bici, recorriendo lugares completamente desconocidos, sin saber lo que me voy a encontrar a la vuelta de la esquina, me siento viva, cada célula de mi ser está viva. 

- Ahí es nada…
Le he quitado muchas capas y al final eso es lo que se queda: me siento total y absolutamente viva y no te puedo decir el por qué, es lo que siento y es muy adictivo. El viaje te va alimentando ese sentimiento y si encima tienes la gran suerte de tener los medios y la salud para poder hacerlo ¡cómo no lo vas a hacer!.   

- Ojalá todos encontráremos eso que nos hace sentir vivos
Puede ser lo que sea, no hay normas… se trata de encontrar lo que te hace vibrar de esta manera. Tengo suerte, soy una mujer afortunada. 

- Al Camino del Cid tenéis previsto dedicarle tres semanas...
Sí, pero ahí te tiene que contestar Mariaje

 Sí, la idea es llegar hasta Valencia. Tenemos un plan muy bonito porque entre medias se nos unen amigas, llegarán en coche y vendrán de comando de apoyo. La última semana, en Teruel, se unirá una amiga de Blanca de toda la vida. También mía ya que estuvimos juntas en África.   

- ¿Salís con alguna expectativa?
Disfrutar de cada momento.  Porque… ¿qué pasa si te fallan las expectativas? Te sientes defraudada. No hay que tenerlas, es mejor salir a ver lo que hay y comenzar a rodar. 

- Pues entonces... a rodar. Buen viaje.

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