Dr. Pinto Cebrián: "Eludir la faceta militar del Cid deja cojo al Cid histórico"
Patricia Ansótegui
Fernando Pinto Cebrin, Doctor en Historia y Coronel de InfanteraEl Doctor en Historia y Coronel de Infantería, Fernando Pinto Cebrián, ha sido uno de los ponentes de las I Jornadas Culturales sobre el Cid llevadas a cabo con motivo del Fin de Semana Cidiano que se celebra en Burgos. Bajo el título "El Cid. El arte de la guerra de su época y su pensamiento militar" ha desarrollado una ponencia en la que ha defendido una faceta desconocida del de Vivar: la militar. Con él hemos hablado de estrategias, de tácticas y de la faceta bélica del Cid Campeador
- Ha ofrecido una conferencia sobre el pensamiento militar del Cid con motivo de las jornadas culturales del Fin de Semana Cidiano de Burgos. ¿Es ésta una faceta desconocida del Campeador?
En Burgos, ciudad considerada como la cuna del Cid, se han hablado de otras muchas cosas sobre él. Podemos conocer su entorno, su vida, con quién era leal, con quién no lo era... pero desde el punto de vista estrictamente militar yo he encontrado muy pocos estudios. Todo el mundo le reconoce su astucia, su audacia, su prudencia incluso su valor personal, su fuerza, su destreza pero muy poquitos han entrado en lo estrictamente militar para entender cuál era su estrategia, su táctica. El mito, la leyenda, la figura del Cid ha primado sobre los aspectos militares del mismo.
- ¿Hasta qué punto vivir en las condiciones del siglo XI condicionó el pensamiento militar del Cid?
En aquella época había dos formas de combatir: la de los cristianos y la de los musulmanes. El Cid, como otros muchos guerreros, conocía las dos formas y aplicaba ambas técnicas. Lo que ocurre es que unos lo sabían aplicar bien y otros no tanto.
- ¿Y el Cid sabía?
Tenía la gran ventaja de que era un alumno aventajado y supo aplicar en su beneficio toda su sabiduría bélica.
- ¿Mejor que el propio rey Alfonso VI?
La inmensa mayoría de gente habla de batallas campales pero éstas no fueron tantas ni tampoco decisivas. A lo largo de la historia hay batallas decisivas porque a partir de ellas se consigue la derrota definitiva del enemigo y, en este tiempo, no las hubo. Sí hubo batallas campales en las que se perdían muchos medios y muchos hombres. Esas batallas eran muy cruentas y los guerreros, habitualmente, las rehuían. El Cid no y conseguía la victoria aplicando su sabiduría bélica.
- ¿Y de dónde le veníam esos conocimientos?
El Cid tenía ojeada militar, un concepto del que se empezó a hablar en el siglo XIX pero que el Cid ya aplicaba. Él era capaz de ver el terreno cómo no lo veía nadie y sacar sus ventajas e inconvenientes, veía al enemigo y sabía por dónde se iba a mover, era capaz de infundir rumores, de atacar por sorpresa... En definitiva, él veía todo lo que tenía, sus medios, el terreno y de decidir con una capacidad pasmosa sorprendiendo al enemigo y eso era lo que le daba ventaja con relación a otros guerreros. Por eso no perdía ni una sola batalla.
- Los propios adversarios también sabían de esas capacidades del Cid. Entiendo que sería una ventaja para él...
Hay una cosa en combate que se llama la moral de las tropas, de las fuerzas. Si el enemigo sabía que el Cid no había perdido ni una sola batalla y, además le insultaban pero le respetaban ya influía en la moral. Era una ventaja para él aunque lo verdaderamente importante era la moral de sus tropas, éstas le seguían a ultranza, él los conocía perfectamente y fueron creciendo desde unos cientos al principio a unos miles al final de su vida.
- ¿Hasta qué punto influía la orografía del terreno?
El Cid actuaba en cualquier tipo de terreno, en cualquier situación porque él sabía leer ese terreno para ver dónde estaban las ventajas y los inconvenientes que antes te mencionaba. Al mismo tiempo obligaba al enemigo a entrar en zonas de terreno que le podían producir inconvenientes. Él descubría el terreno desde el punto de vista militar, esa era su cualidad.
- El guerrero el siglo XI tampoco dispondría de muchos medios...
El Cid era un infanzón y dispondría del equipo mínimo del caballero, es decir, del atuendo que estaba compuesto de la loriga, cota de malla, piernas protegidas, brazos con cuero, un casco cónico con una protección para la nariz, una capucha de guata... Luego necesitaban una silla de montar especial para combatir con el caballo, debían ser unos caballos pesados para sostener los equipos del guerrero. También llevaban unos escudos pequeños para combatir a caballo y otros de mayor tamaño para combatir a pie que lo podían llevar los escuderos. Portaban también una lanza que en principio era arrojadiza y luego se hizo más larga para poder atacar al enemigo. La opción definitiva en estos combates era la carga. Además, hacían otra carga de vuelta: la tornada, para hacer más daño al enemigo. El Cid y sus hombres tenían que ser muy fuertes para, primero, soportar el equipo que llevaban y luego llevaban unos caballos con unas cualidades de fortaleza determinadas para poder aguantar ese batallar.
- Habla, por lo tanto, de cualidades físicas determinantes para poder enfrentarse al enemigo...
Sabemos que el Cid medía 1,56 y según las crónicas de Santo Domingo de Silos, que tampoco debía ser muy alto...era un hombre cuadrado. Incluso se decía que era capaz de partir a un caballero y a un caballo de un tajo. Eso son leyendas pero, en mi opinión, alguien que vivía siempre en el terreno debía tener esa fortaleza.
"El Cid como guerrero era singular.
Un guerrero extraordinario"
Un guerrero extraordinario"
- En alguna ocasión he leído que el Cid fue el gran militar de su época ¿comparte esta afirmación?
Habría que compararlo con otros guerreros que, por ejemplo, había en Francia o en algún otro sitio. Nunca se puede decir que un guerrero es superior a otro por varias causas, primero porque la aplicación de los medios que haga el enemigo puede ser diferente y, además, si a un guerrero lo trasladamos al lugar del otro no sabemos lo que haría. Lo que sí podemos decir es que el Cid como guerrero era singular, un guerrero extraordinario por eso se ganó la fama que tenía entre los combatientes musulmanes. Ahora bien, yo no sería capaz de realizar traslaciones de por qué un guerrero era bueno y el otro no tanto. Podemos caer en el chovinismo diciendo, por ejemplo, que como el Cid no hubo otro.
- Sin embargo, ahora mismo estamos hablando del Cid y no de otro...
Cuando se habla de una persona como el Cid es porque posteriormente se le ha estudiado. No creo que sea bueno compararle con otros guerreros porque, insisto, caemos en el chovinismo. Seguro que hay guerreros que están ocultos, que no salieron a la luz y que, si hubieran tenido la oportunidad, les hubiéramos encumbrado.
- Ha mencionado algunas de las leyendas atribuidas al Cid pero, entre el Cid legendario y el Cid histórico ¿con cuál se queda?
El Cid pasa a la historia por sus acciones guerreras. Eludir del Cid histórico la parte bélica, no añadir al Cid histórico esa faceta militar le deja cojo. El Cid pasa a la historia por ser un guerrero, un guerrero medieval que opera con una determinada forma de guerrear y el resto de cosas, todo lo que tuvo con sus reyes, los destierros, el casamiento con Jimena... son parte de su vida, parte de la vida de un guerrero. Hablar del Cid histórico es desmitificar la leyenda, vale, pero hay que añadir lo militar que es básicamente por lo que al Cid se le empieza a conocer.
- En alguna ocasión también se ha destacado que la capacidad de diálogo era otra de las características del Cid, algo que, por lo visto, en la época no era muy habitual
Si, yo creo que sí. Pero creo que el Cid dialogaba no para rehuir la batalla sino para decir: aquí estoy, soy una amenaza y vamos a ver cómo llegamos a un acuerdo. Ten en cuenta que el Cid no sólo era infanzón sino además era jurista por lo tanto era un hombre que sabía hablar, algo que le vino bien no sólo para hablar con el enemigo sino también para hablar a sus tropas porque un líder tiene que saber convencer a sus tropas. Hay que convencerles por los hechos pero también por las palabras.
- En el asedio a Valencia parecer ser que sí hubo una serie de negociaciones...
Un asedio implicaba una gran cantidad de medios económicos, logísticos... de todo tipo y, además, con una gran cantidad de personal. Eso es un desgaste terrible entonces ¿cómo se dirimía un asedio? ¿cómo se conseguía la ciudad?. Pues infundiendo rumores dentro de la ciudad de que iban a venir refuerzos, haciéndoles creer que iban a morir por hambre, a través de una traición de alguien de dentro. También puede resolverse a través de un combate y que los de la ciudad digan... bueno vamos a ver... si os venzo en este combate, os vais. Y el Cid, claro, habla y negocia porque llegar a un combate es costoso, duro y no es del agrado de todo el mundo. Claro que dialoga y además intentaría engañar a los que están dentro, no hay más remedio, no puedes hacer otra cosa.
- De todas las acciones que conocemos del Cid ¿cuál destacaría?
A mi me gusta la batalla de Cuarte por la trampa que le prepara al rey almorávide. Yo la sitúo en la tercera etapa de su vida tras la conquista de Valencia. En esa batalla ya de entrada infunde a los almorávides el temor de que van a llegar refuerzos. Luego, conocedor del terreno, infiltra parte de sus fuerzas por detrás del campamento enemigo. Por último, el Cid finge una salida, engaña al enemigo. Los almorávides le siguen como tontos con intención de capturarle. En ese momento, el Cid con esa maniobra ataca el campamento almorávide y combinando la falta de moral porque estaban combatiendo contra el Cid, la falta de información que tienen los almorávides creyendo que ese ataque al campamento es un ataque provocado por los refuerzos, se fueron, desaparecieron. Es una maniobra que a mí me encanta aunque hay batallas en las que se dice que el Cid era muy cruel con el enemigo.
- Esa afirmación puede romper la visión romántica del Cid...
La historia es la historia. Lo que no podemos hacer es historia ocultando determinadas acciones, sus razones tendría. Quizás en aquella época el ser cruel con el enemigo hacía que ese enemigo estuviera falto de moral al luchar con él porque así sabía lo que le podría ocurrir.