El Cid: ¿historia o leyenda? El Dr. Alfonso Boix nos da las claves
¿El Cid histórico o el Cid legendario? “Uno es incomprensible sin el otro, no podemos separarlos, es como elegir entre dos caras de una moneda, sin el Cid legendario jamás se hubiese recordado al Cid histórico; sin las grandes hazañas del Cid histórico jamás se hubiese generado la leyenda”. Así de contundente se muestra el medievalista e historiador Alfonso Boix, quien añade que, precisamente, la fusión entre ambas facetas ha hecho del Cid un personaje universal “un personaje inmortal que traspasó las fronteras de lo humano para convertirse en leyenda”.
No obstante, y dada la confusión que hay sobre el “héroe inmortal”, el Dr. Boix ha querido despejar dudas abordando algunos de los aspectos más destacados (y conocidos) relacionados con el de Vivar. Son siete elementos, siete razones y un deseo final que nos ayudarán a discernir los dos aspectos del Cid Campeador: el histórico y el legendario.
1. La Tizona: el “Sable de Luz” de la Edad Media
La Tizona es uno de los elementos que, para Alfonso Boix, integra perfectamente la dicotomía entre la historia y el mito. ¿Existió la espada del Cid? A diferencia de otras, como la Excalibur del rey Arturo, que nunca se encontró, en la actualidad el Museo de Burgos sí custodia la Tizona. Pero… ¿fue la que empuñó el Campeador?
2. El Cantar de mio Cid: la clave de la leyenda
¿Por qué el Cid se convirtió en leyenda? Para Alfonso Boix, el propio Cantar de mio Cid responde a este interrogante. Por un lado, fue desterrado, algo que en la época era prácticamente una muerte en vida; y, por otro, sus grandes victorias sorprendieron tanto que hicieron que su recuerdo se perpetuase a lo largo de los siglos. El Poema da la clave.
3. La Historia Roderici: la biografía del Cid
Al igual que los dos anteriores elementos - Tizona y Cantar - conjugan historia y leyenda, el Dr. Boix se detiene en la Historia Roderici, una biografía latina del Campeador y una crónica, a su juicio, “excepcional” de la Edad Media. En aquella época, recuerda el medievalista, las crónicas se dedicaban a reyes, no a grandes nobles y mucho menos a alguien que fue desterrado: “el Cid fue una especie de forajido. Sin embargo, su historia excepcional fue merecedora de una crónica propia”
4. San Pedro de Cardeña: un ilustre cadáver
¿Aparece la Jura de Santa Gadea en el Cantar? ¿Recoge el Poema que el Cid ganó una batalla después de muerto? No. Estas leyendas, probablemente las más conocidas relacionadas con el Campeador, forman parte de una rama legendaria paralela que surge pocas décadas después del fallecimiento de Rodrigo. Pero... ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué interés había en dar a conocer estos relatos? Parece que los monjes de San Pedro de Cardeña tenían que sacar rendimiento de los restos del Cid. No en vano, allí estuvo enterrado durante siglos.
5. El Romanticismo: el resurgir de la leyenda
En el siglo XIX, la leyenda del Cid llega a su máximo esplendor. Son años en los que el interés por el folclore y lo nacional reavivan también el interés por el Campeador como gran héroe español. ¿Quién fue uno de los mayores exponentes del Cid legendario en el Romanticismo?
6. Menéndez Pidal, el Maestro
Sin la obra de Ramón Menéndez Pidal no se pueden comprender los últimos 150 años de estudios dedicados al Cid. Sin embargo, su amor por el Campeador le hizo cometer un error que intentó enmendar hacia el final de sus días. ¿Cuál fue?
7. El Camino del Cid: un camino legendario
La fusión entre el Cid histórico y el Cid legendario, que se refleja en el Cantar de mio Cid o en la Historia Roderici, tiene su manifestación más reciente en el Camino del Cid, la gran ruta que atraviesa las provincias por las que pasó Rodrigo Díaz a lo largo de su destierro: Burgos, Soria, Guadalajara, Zaragoza, Teruel, Castellón, Valencia y Alicante. Ocho provincias con un patrimonio amplísimo a nivel histórico, artístico, gastronómico… y legendario porque, aún hoy, es posible encontrar en estos territorios leyendas sobre el Cid. El Dr. Boix invita a descubrirlas.
Epílogo: un último deseo
El medievalista Alfonso Boix concluye su repaso por algunos de los elementos más importantes vinculados al Cid, deseando y pidiendo al viajero que decida realizar el recorrido que descubra por sí mismo al Cid histórico y al legendario, pues “uno no existe sin el otro. Sería tan absurdo como quitar un filo a la Tizona”.